lunes, 20 de septiembre de 1999

EL DOGMA DE LA PRIVATIZACIÓN ELÉCTRICa

José Antonio Almazán González
Sindicato Mexicano de Electricistas

Una destructiva ola privatizadora recorre el planeta. Originada en los grandes centros imperiales y al servicio de un puñado de grandes multinacionales, el paradigma de la privatización se intenta presentar e imponer como la única alternativa posible para el desarrollo económico social y cultural de las naciones del mundo. Desde los epicentros de poder mundial, a través de sus agencias internacionales y sus agentes estatales nacionales, presidentes, ministros y secretarios de Estado, el dogma privatizador busca imponerse sobre pueblos y naciones. Criticando de dogmáticos e ignorantes a aquellos que defienden patria, nación y soberanía y argumentando que dichos conceptos constituyen reliquias del pasado, los teóricos de la privatización pregonan que la única salida es la integración a la llamada globalización, que no es otra cosa más que el proceso salvaje de reestructuración del capital a nivel mundial.

Pero la realidad es más terca que una mala teoría y los saldos de la globalización y su ola privatizadora están hoy a la vista de todos y en cada uno de los rincones del planeta donde este nuevo jinete apocalíptico ha hecho acto de presencia: hambre, desempleo, crecientes niveles de insalubridad, aparición de enfermedades que habían sido erradicadas, pérdida de niveles de vida resultado de décadas de lucha, cerrazón al acceso a la educación, millones de familias sin tierra y sin techo; guerra y violencia en contra de pueblos y naciones. En resumen, millones de seres humanos condenados a vivir un infierno, sin esperanza y futuro. Todos, sacrificados en el altar de los nuevos amos del planeta: las grandes corporaciones financieras internacionales, el supra estado multinacional que han venido conformando y su nueva ideología: el neoliberalismo y el libre mercado.

Las inconsistencias del modelo privatizador

Como alguno de los principales teóricos de la privatización eléctrica lo ha planteado, la electricidad es hoy una "necesidad crítica" pues, " Las fuentes económicas y confiables de electricidad hacen posibles muchas de las mercancías y de los servicios que asociarnos a la vida moderna y que han jugado un papel importante en el desarrollo económico del siglo 20. Desde la luz eléctrica, los motores eléctricos, y los hornos de microondas, hasta la televisión, los teléfonos, y las computadoras, la electricidad es una necesidad crítica que apoya una amplia gama de actividades de consumo, transporte y producción". De acuerdo con Paul Joskow, los sectores eléctricos alrededor del mundo representan aproximadamente $1 billón de dólares en venta anual y aproximadamente $200 mil millones de dólares en inversión anual. Sin embargo, más allá de estos datos económicos que dan muestra clara del "nicho" de ganancia que la industria eléctrica representa para el capital multinacional, la electricidad constituye un servicio público esencial para el bienestar del individuo y la sociedad.

Desde el ángulo de los teóricos de la privatización son dos los elementos centrales que cuestionan la naturaleza clásica de la industria eléctrica a nivel mundial: por un lado señalan que ésta ha dejado de ser un "monopolio natural", y por otro, se argumenta la ineficiencia de la empresa pública eléctrica en la prestación de este servicio. Como lo señala Paul Joskow, durante casi un siglo el sector eléctrico fue concebido "como una industria de monopolio natural donde la producción eficaz de la electricidad requirió de la confianza en proveedores monopólicos públicos ó privados sujetos a la reglamentación gubernamental de precios, insumos, inversiones, calidad del servicio y otros aspectos de comportamiento". Desde hace más de una década el carácter de monopolio natural de la industria eléctrica ha sido severamente cuestionado por las agencias financieras de los centros imperiales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) que han diseñado cambios tendientes a introducir la competencia en el segmento de la generación eléctrica y a "reformar la reglamentación de, las funciones de la transmisión y distribución que continúan siendo vistas como monopolios naturales a los que se exige acceso no discriminativo para apoyar la competencia en el segmento de generación."

Este modelo de libre competencia que busca implementarse en la industria eléctrica a nivel mundial, parte de considerar a las empresas públicas de los países en desarrollo como ineficientes, con costos altos y baja confiabilidad en el suministro de la energía eléctrica. Sin embargo, aún cuando dentro de la propia lógica del pensamiento neoliberal privatizador, el propio Joskow "evita cualquier difamación de las compañías propiedad del estado o cualquier santificación de la ola de liberalización", la principal limitación del esquema teórico de la privatización en la industria eléctrica consiste en ignorar las circunstancias y las necesidades que dieron origen a las empresas públicas eléctricas, así como el papel fundamental que jugaron en el proceso de acumulación de capital del modelo de libre competencia capitalista.

Como diversas investigaciones históricas y sociológicas lo demuestran, las empresas públicas eléctricas surgieron ante la incapacidad del capital privado para satisfacer los requerimientos y las necesidades de desarrollo económico social en los países atrasados y dependientes, así como para resolver las necesidades que la propia lógica de acumulación de capital imponía frente a la crisis del modelo exportador de libre mercado.

Como bien lo precisa James Petras, "Las empresas públicas fueron elementos esenciales para el crecimiento de la industria privada". Agregando: "Las fortunas que se amasaron vía promoción estatal de actividades productivas fueron la base para el modelo exportador y empresas conjuntas que realizan muchos de los grandes empresarios neoliberales actuales. Sin el gran empujón del sector público, para establecer infraestructura básica e industria, y sin el financiamiento del estado, es difícil imaginar dónde estaría el libre mercado en este momento." "En resumen, -nos dice James Petras- las empresas de propiedad pública surgieron, y en ocasiones reemplazaron la actividad privada, debido a causas pragmáticas, más que ideológicas, Simplemente fue una forma más eficiente de diversificar la economía, estimulando la recuperación económica, movilizando la capacidad ociosa que había generado el fracaso del modelo de mercado exportador anterior."

El dogmatismo de los ejecutores de la privatización

A estas inconsistencias del modelo teórico de la privatización se le agrega la arrogancia y el dogmatismo de los ejecutores de este modelo privatizador. Haciendo una deliberada mala lectura de los textos teóricos de la privatización; despreciando la opinión de los técnicos, de los trabajadores electricistas y de la sociedad en su conjunto, los ejecutores de la privatización aplican a rajatabla modelos de privatización que ni siquiera en sus países de origen han dado resultado.

El mismo Joskow en su ensayo "Sectores eléctricos en transición" y asesores en la privatización eléctrica como Sally Hunt y Graham Shuttleworth en su libro "Competencia y elección en electricidad" establecen claramente que el proceso de reestructuración y desregulación en la industria eléctrica y su eventual privatización requiere para su aplicación partir de un diagnóstico previo del sector eléctrico o empresa eléctrica susceptible de ser reestructurado y/o privatizado.

De manera más específica cuando, por ejemplo, Joskow plantea las "reglas comunes que deben guiar la dirección de la reforma del sector eléctrico" a continuación es lo suficientemente claro para señalar que "...esta "regla normal" variará de país en país dependiendo de los atributos de la estructura y el rendimiento del sistema existente, el tamaño del sector de energía eléctrica, de la madurez de las instituciones comerciales del mercado, del estado del sistema legal que gobierna el contrato y su entrada en vigor, de la extensión de la red de transmisión y sus imposiciones de operación asociadas, y de imposiciones políticas que gobiernan la reasignación de costos y beneficios entre los grupos de interés asociados con la reestructuración."

En el caso de México el dogmatismo, autoritarismo y compromisos externos que atan al Ejecutivo Federal con el Banco Mundial lo ha llevado a plantear un modelo de reestructuración y privatización del sector eléctrico carente de ese diagnóstico y copia fiel del modelo inglés; y como veremos más adelante, en el curso mismo de este Seminario Internacional, las experiencias de reestructuración y privatización han conducido a situaciones negativas en Inglaterra y desastrosas en el caso de Chile y Argentina, por citar solo algunos ejemplos.

La privatización de las empresas públicas eléctricas una necesidad del desarrollo del capitalismo neoliberal.

Sin embargo, más allá de las inconsistencias teóricas y el dogmatismo en la aplicación del modelo privatizador, lo cierto es que la lógica de la privatización eléctrica no responde a necesidades reales de las empresas eléctricas públicas locales. Obedece a las necesidades de los centros imperiales, las grandes corporaciones multinacionales y sus agencias ejecutivas como son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

De acuerdo con el mapamundi de las Multinacionales eléctricas elaborado por la Internacional de Servicios Públicos, el mercado eléctrico mundial, pero también el agua y el gas, está dominado por un puñado de 43 grandes multinacionales, de las cuales 29 de ellas tienen presencia en 2 o más continentes. Dentro de este grupo destacan 12 grandes multinacionales con presencia en 4 continentes: la National Power, AES, Edison International, Enrom, Suez Lyonnaise, Tractebel, GdF, EDF, GPU, NRG, Vivendi y Unión Fenosa.

Este puñado de multinacionales eléctricas se apoderó del mercado eléctrico de Europa del Este a la caída del bloque socialista de la URSS y tiene una presencia activa y determinante en los procesos de privatización abiertos en América Latina a partir de la década de los 80's.

El interés de este selecto grupo de multinacionales eléctricas no está centrado en resolver los problemas de desarrollo económico y social de los países atrasados y dependientes a partir del desarrollo de sectores eléctricos planeados y eficientes, sino en controlar un mercado eléctrico mundial cuyas ventas ascendieron a un billón de dólares en 1998.

El mapamundi eléctrico y sus contradicciones

Conforme a una reciente encuesta que el Banco Mundial aplicó en 115 países para supervisar el desarrollo del proceso de privatización, los datos que arroja nos muestra un panorama contradictorio y desigual.

Destaca en primer lugar que 42 países (que representan el 36.5% del total) no han dado un solo paso en el proceso de privatización. Un 44% ha, iniciado el proceso de privatización mediante su corporatización y comercialización. Un 2,9% ha implementado la regulación de sus sistemas. Un 33 % ha establecido leyes que permiten la participación del capital privado. Un 35% ha iniciado un proceso de reestructuración en las empresas eléctricas. Un 40% ha abierto el sector eléctrico concesionándolo a la inversión privada y solo un 25 % ha completado el proceso de privatización eléctrica mediante la venta total de los activos existentes.

Los resultados por continente de la encuesta aplicada por el Banco Mundial nos muestra que en el caso de América Latina el proceso privatizador ha avanzado más rápidamente que en otras partes del mundo (71%): en el Sudeste Asiático un 50%, en Europa y Asia Central un 45%, en el Este de Asia y el Pacífico, un 4 1 %, en el Medio Este y Norte de, Africa un 17% y en SubSahara Africa, la tendencia apenas alcanza un 15%.

Este proceso desigual no es fortuito. Respondiendo a la lógica del capital, las presiones privatizadoras se expresan de manera acentuada en el caso de América Latina, en tanto mercado emergente, y en menor medida en Africa en virtud de su baja tasa de crecimiento de la demanda eléctrica efectiva.

Caso aparte es el continente Europeo. Cuna del neoliberalismo y de los paradigmas privatizadores, los Estados Nación europeos se cuidan bastante de no aplicar en sus países las recomendaciones que publicitan a escala planetaria: de tal manera que estos Estados siguen manteniendo un alto nivel de gasto público (50%) y el control de áreas estratégicas, que como la electricidad, son vitales en sus proyectos de expansión imperial a nivel mundial.

Sin embargo, el aspecto más relevante de esta encuesta elaborada por el Banco Mundial consiste en reconocer que el proceso de privatización no es un hecho consumado y mucho menos inevitable. Atrás de los datos manejados por el Banco Mundial, que muestran una tendencia desigual y contradictoria en el proceso de privatización eléctrica, se encuentra una férrea lucha de resistencia de pueblos, naciones, sindicatos, grupos sociales y ciudadanos frente a. los proyectos imperiales, convencidos de que el servicio público de energía eléctrica es un bien esencial para el bienestar individual y el desarrollo económico y social y no una simple mercancía.

Hacia un nuevo modelo de empresa pública.

El rechazo a la ola destructiva privatizadora no implica el regreso a la vieja empresa pública. La defensa de la propiedad nacional en la industria eléctrica no significa la defensa de la vieja empresa eléctrica pública con sus vicios de corrupción, ineficiencia, burocratismo y subsidiadora de la. acumulación de capital, etc., Las experiencias de resistencia frente a las tendencias mundiales de la privatización eléctrica nos muestra igualmente que se abre paso un nuevo modelo de empresa eléctrica pública, algunos de cuyos atributos, expuestos de manera resumida, pueden ser los siguientes:

  • Democratizando la empresa pública

A través de consejos consultivos en el que participen representantes de los usuarios, de los trabajadores electricistas, de las organizaciones locales y regionales, del Estado y de las empresas, Estas comisiones o consejos consultivos tendrían carácter regional, estatal y nacional y estarían encargadas de dar opiniones sobre la regulación del sistema en particular sobre el monto y destino de las inversiones, las tarifas, el empleo, la inserción en el tejido local, el respeto del medio ambiente, la calidad del servicio, etc. El objetivo central de este proceso de democratización de la empresa eléctrica pública sería entregar a la colectividad el poder de decisión e impedir transferencias financieras de los pequeños usuarios hacia los grandes consumidores por el intermedio de tarifas.

  • Manteniendo y profundizando su carácter social, reconociendo el servicio público de energía eléctrica como un bien esencial para el bienestar social e individual, por ejemplo:

A través de tarifas eléctricas gratuitas hasta cierto nivel de consumo

Mediante tarifas eléctricas subsidiadas hasta cierto nivel de consumo

  • Modernizándolas y elevando la calidad del servicio, para convertirlas en palancas firmes de un desarrollo nacional independiente y soberano, en el marco de un plan nacional energético.
  • Garantizando su autonomía de gestión, para impedir que su administración quede sujeto a las decisiones políticas coyunturales, sexenales, presupuestales o de grupo.
  • Finalmente, el carácter de necesidad crítica que se reconoce a la electricidad, en tanto un bien básico, indispensable y fundamental para el bienestar del individuo y la sociedad, nos lleva a reflexionar y "exigir el reconocimiento del carácter esencial de esta riqueza, para establecer un verdadero derecho a la energía que sería incorporada a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los Pueblos."

"Por el derecho y la justicia del trabajador"
México, D.F. septiembre de 1999


Presentado durante el Seminario Internacional

Impactos de la Privatización Eléctrica a Nivel Mundial

Estado, Desarrollo y Soberanía.

martes, 25 de mayo de 1999

Rebelión en el SUTERM

José Antonio Almazán González

Al grito unánime de "¡Zedillo entiende, la patria no se vende!", con consignas y mantas en repudio a la privatización de la industria eléctrica, miles de integrantes del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) realizaron una combativa e histórica manifestación en la que dejaron constancia que el "consenso", pregonado por el doctor Luis Téllez en torno a la reforma a los artículos 27 y 28 constitucional, ni siquiera existe en el gremio que comanda Leonardo Rodríguez Alcaine.

1. El carácter histórico de esta manifestación electricista radica en el tiempo que ha transcurrido desde que, con el apoyo del gobierno, se dio el golpe de muerte a la Tendencia Democrática del SUTERM que dirigió Rafael Galván en los años setenta. Derrotada la huelga, sus principales dirigentes fueron obligados a jubilarse y se aplastó cualquier brote de disidencia.

Aplastada la Tendencia Democrática, el liderazgo de Fidel Velázquez se consolidó al interior de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y del Congreso del Trabajo (CT): dos aparatos sindicales fundamentales en el control corporativo estatal de millones de trabajadores. El charrismo se entronizó a partir de entonces en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

2. Habrían de pasar 23 años para que de manera tímida y cautelosa se reactivara la lucha democrática y nacionalista al interior del SUTERM. De manera aislada, secciones sindicales del sur y norte de México fueron expresando su desacuerdo con la venta del patrimonio nacional eléctrico. A través de desplegados regionales y nacionales se rebelaron contra la intención de privatización del sector eléctrico y fueron avanzando en su coordinación nacional.

Contaron a su favor con un amplio movimiento democrático que se reflejó, entre otras maneras, en la lucha de los estudiantes por una educación gratuita y democrática; de los maestros, por democracia y mejores salarios, y de los electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en contra de la privatización. Pero tuvieron que vencer fundados temores en virtud de la dictadura sindical ejercida desde la cúspide de poder de la CTM.

3. La lucha que ha emprendido el SUTERM es histórica porque se da en el corazón mismo del corporativismo y en un sindicato fundamental para la CTM, que a su vez juega un papel clave en el CT. No sobra decir que en ambos aparatos de control, Rodríguez Alcaine es secretario general y presidente, respectivamente.

El firme rechazo de las 43 secciones del norte, centro y sur del país a la privatización de la industria eléctrica nacionalizada, hizo añicos el apoyo incondicional que ha brindado el senador Rodríguez Alcaine a la iniciativa de reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales. La demanda de un Congreso Nacional "para que se escuche el sentir del SUTERM" coloca en primer plano la lucha por la democracia sindical al interior del gremio. La exigencia de destitución cuestiona radicalmente la legitimidad del liderazgo de La Güera Rodríguez Alcaine en el SUTERM, la CTM y el CT.

El planteamiento de aliarse con el SME y la convocatoria a un Foro Nacional en Tapachula, Chiapas, los días 26 y 27 de junio, "para contrarrestar los embates de la política neoliberal" es una buena muestra del espíritu unitario que los nutre. Todos estos elementos indican el alcance histórico de la lucha emprendida por los electricistas del SUTERM, cuyos principales componentes son la lucha nacional en defensa de la soberanía eléctrica y democracia sindical.

4. ¿Cuáles serán los "argumentos" de Téllez para descalificar el rechazo del SUTERM a la privatización eléctrica?, ¿los mismos que aplicó al SME? ¿Cuál será la respuesta de Rodríguez Alcaine?, ¿la amenaza y la represión para acallar el descontento que cunde en las filas del SUTERM?

El 31 de mayo se inicia el nuevo periodo extraordinario del Congreso de la Unión. Hasta donde se sabe, el tema de la Iniciativa de Reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales no está en la agenda. Sin embargo, el riesgo de un albazo legislativo existe, pues Téllez insiste en la urgencia de la privatización. Ante esta eventualidad, los electricistas del SUTERM han anunciado su presencia pública para esa fecha. Ahí estaremos.

Publicado en el periódico La Jornada martes 25 de mayo de 1999.

martes, 27 de abril de 1999

Privatización y respuesta obrera

José Antonio Almazán González

1.- Uno de los rasgos centrales de la repulsa generalizada a la pretensión de privatizar en forma radical la industria eléctrica es el papel fundamental que la clase trabajadora, encabezada por el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), ha jugado en la estructuración de este rechazo político y social a la entrega de soberanía y patrimonio nacional eléctrico.

Esta singular combinación de lucha en defensa de la soberanía nacional y movilización callejera abanderada por contingentes obreros, constituye uno de los mayores dolores de cabeza del grupo de tecnócratas en el poder. No sólo por su impacto hacia el conjunto de la llamada sociedad civil, que ve en la lucha dirigida por el SME la esperanza de avanzar en la construcción de una alternativa amplia y nacional a la política neoliberal, sino también por el impacto político que la respuesta orquestada por el SME ha tenido al interior del PRI, manifestada en la rebeldía de sus corrientes políticas, senadores y diputados, frente a la contrarreforma constitucional en materia eléctrica.

2.- No obstante, la mayor preocupación del gobierno radica en que esta especial mezcla de movilización obrera y defensa de la nación, gira en torno a un sector que por su tradición progresista y democrática y su peso estratégico en la economía y la política, puede desempeñar un papel clave en la lucha por democracia sindical al seno del Congreso del Trabajo (CT).

El gobierno de Zedillo hizo un cálculo político equivocado. Apostó a una respuesta débil por parte del SME y un apoyo incondicional de la dirección del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM). Sin embargo, la sumisión del secretario general del SUTERM ha provocado una creciente rebeldía al seno de sus filas, prueba de ello son las movilizaciones realizadas por los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad en distintas partes del país (Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Campeche, Tula, Valle de México, Baja California Sur, Rosarito, Hermosillo, Monterrey, Manzanillo, etcétera), en defensa de la industria eléctrica nacionalizada y en demanda de democracia sindical; y la posición asumida por 28 secciones del SUTERM en dos importantes desplegados públicos (El Imparcial y La Jornada, 18 y 21 de abril) en los que manifiestan su rechazo rotundo a la reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales.

La valerosa respuesta de los electricistas del SUTERM cobra mayor importancia, pues se da en un sindicato de férreo control corporativo y frente a un secretario general, el senador Leonardo Rodríguez Alcaine, que a la vez ocupa la secretaría general de la CTM y es presidente del CT; lo que conlleva un severo cuestionamiento a estos tres niveles de control del aparato corporativo sindical.

3.- En contraste con el apoyo incondicional de la dirección del SUTERM a la iniciativa privatizadora, la rápida respuesta del SME, convocando a la organización de un gran Frente Nacional de Resistencia en defensa de las conquistas nacionales, permitió organizar en pocas semanas un amplio abanico social y político, en repudio a la privatización que se expresó en 2 millones 300 firmas que el SME entregó al Congreso de la Unión y en la magna manifestación del 18 del marzo que concentró a cientos de miles de trabajadores, colonos, estudiantes y ciudadanos en general.

Como se demostró en la asamblea magna del SME del 6 de abril, entre los electricistas existe un repudio generalizado a las prácticas corporativas, antidemocráticas y serviles del CT. En esta asamblea, en medio de una rechifla ensordecedora a Rodríguez Alcaine, sólo faltó que se votara la salida del SME del CT.

4.- En este contexto de crisis profunda del CT y de rebeldía en uno de sus principales agrupamientos, la creación y fortalecimiento del Frente Nacional de Resistencia en Contra de la Privatización de la Industria Eléctrica (FNRCPIE) --que ha logrado conformarse en más de la mitad de los estados de la República--, constituye un firme bastión en defensa de la soberanía nacional y un polo fundamental en el proceso de reorganización democrática de la clase trabajadora.

Como podremos constatar en este Primero de Mayo está en marcha un profundo proceso unitario democrático en la clase trabajadora mexicana. Por primera vez en muchos años, los contingentes de la UNT, Fesebes, SME, FSM y FNRCPIE y de la Intersindical Primero de Mayo, integrarán una sola columna en rechazo al modelo económico neoliberal, en contra del corporativismo sindical, por democracia sindical y en repudio a la privatización de la industria eléctrica nacionalizada.

Publicado en el periodico La Jornada martes 27 de abril de 1999.

viernes, 12 de febrero de 1999

El SME, ante la lucha más importante de su historia.















PROMETEN DAR LA BATALLA
La rabia y el miedo se conjugaron en la asamblea extraordinaria del
Sindicato Mexicano de Electricistas contra la privatización de la
industria eléctrica ¤ Crónica: Elena Gallegos ¤ Foto: Carlos Mamahua

Entre la rabia y el miedo, los miles de electricistas que se apretujan en el auditorio y se amontonan en la calle de Antonio Caso, se disponen a dar no sólo la más importante sino quizá la última de sus batallas.

A lo mejor por eso, las viejas, gastadas consignas adquieren un sentido nuevo, y el puño en alto es mucho más que un gesto nostálgico. Amenazados por la privatización de la industria, éstos hombres hacen el juramento de ir con todo a defender el sueño de sus abuelos. Y con en el repetido grito de ''¡SME, unido, jamás será vencido!'', buscan conjurar ''los cálculos de los tecnócratas''.

Herederos de una brillante historia de lucha sindical, que los llevó a obtener en 1936 uno de los contratos colectivos que les dio condiciones de trabajo que muchos otros gremios no alcanzaron sino casi medio siglo después, los electricistas del SME deciden, en Asamblea Extraordinaria, hacer honor al compromiso que adquirieron en 1960 con el presidente Adolfo López Mateos de vigilar el carácter estratégico de la industria eléctrica como patrimonio de la nación.

En grandes mantas que cuelgan de las paredes del edificio sindical se lee: ''Señor presidente Zedillo usted no puede vender lo que no es suyo''.

''¡Aquí nadie se raja!'', es el coro que recibe al Comité Central. Son las cinco de la tarde, Rosendo Flores, el líder, ocupa su lugar en el presidio entre aclamaciones y desafíos. Cuentan por ahí que en enero, cuando Rosendo fue a Los Pinos a entregarle al Presidente una propuesta para darle viabilidad financiera a Luz y Fuerza del Centro, éste le pidió: ''necesito que me ayude'', su única respuesta fue: ''No señor, no puedo''.

Este jueves, frente a sus compañeros, Rosendo ratifica su compromiso con el sindicato y con el país. Los estruendosos ''Zedillo, entiende, la patria no se vende'', con que los electricistas saludan la posición de su dirigente adelantan la ferocidad de la batalla.

Ante el acoso, las viejas consignas recobraron su sentido original

Un momento después, a convocatoria de Arturo Jaúregui, un jubilado con ascendiente sobre la masa y a quien le toca conducir los debates de la asamblea, los electricistas se ponen de pie y con cara de circunstancia entonan el himno nacional ''porque a partir de hoy somos defensores de la soberanía''.

Luego las notas del himno sindical sacuden el auditorio Francisco Breña Alvirez. ''Por un mañana digno y mejor, por el derecho y la justicia para el trabajador'', cantan y se reconocen en los versos que compusieron los fundadores.

Benito Bahena, el de los tranviarios; Francisco Hernández Juárez, el de los privatizados telefonistas; Alejandra Barrales, la dirigente de las azafatas; Blanca Luna, la secretaria general de la sección 9 del SNTE a la que ya le tocó pisar la cárcel; Agustín Rodríguez, del STUNAM; Raúl Alvarez Garín, Benito Mirón Lince y miembros de las directivas del Sutcolmex, COR, SNTSS, Sutín, Barzón, ANAD, CNI, Asociación de Jubilados y Pensionados y hasta de la priísta Corriente Renovadora, entre muchas otras organizaciones que se hacen presentes, acompañan los estribillos con el puño en alto que definitivamente es mucho, mucho más que un gesto nostálgico.

Decenas de manos alzan en vilo a Miguel de Jesús González, secretario general del sindicato de la Ibero en huelga. Y los ''¡Duro! ¡Duro!'', festinan el vuelo del joven dirigente hasta que es depositado en el estrado. Y es que horas antes de que comenzara el encuentro aquello estaba a reventar.

En las butacas, algunos despliegan una manta en la que el puño, emblema del SME, se convierte en seña obscena para dar mayor énfasis a la frase: ''¡Tomen su privatización!''. Jaúregui llama a la cordura. Pide el retiro de la ofensa e insiste en que esa es una asamblea que hará historia y sólo será comparable a la de 1914, que dio vida al sindicato. Otra vez, circunspectos, los electricistas atienden los discursos.

No hay contención para la ira, ella se traduce en insultos para los autores de la iniciativa para reformar los artículos 27 y 28 constitucionales. Tanto, que uno de los 34 oradores que se inscriben para secundar, cuestionar o ampliar el plan de acción que propone la dirigencia --''marchas, cabrones, queremos marchas'', se alzan las voces-- pide que a partir de ya ''deje de llamarse doctores a los señores Ernesto Zedillo y Luis Téllez''. Lo explica: ''no son doctores sino matasanos'' y las risotadas hacen la catarsis.

''¡Mentirosos! ¡Mentirosos!'', acusan. ''¡Unidad! ¡Unidad!'', reivindican. En las afueras del edificio los altavoces reproducen lo que adentro se dice y la multitud se enciende: ''¡Mentirosos! ¡Mentirosos!'' ''¡Unidad! ¡Unidad!'', repite en prolongado eco.

El sentimiento de rechazo se expresa en silbidos y mentadas para el neoliberalismo, los gringos, la güera Rodríguez Alcaine y todo lo que se le parezca.

''Creen que ha llegado la hora final de este sindicato'', grita Ramón Pacheco, secretario del Exterior. La masa le responde sarcástica: ''¡Están looocoos!''.

''Esta pelea ya no tiene regreso'', sigue Ramón. ''¡SME!, ¡SME!, ¡SME!'', se alebresta el respetable. ''Si no supieron administrar la industria...'', continúa, ''¡qué renuncien!'', interrumpen coléricos los delegados de más de 45 mil trabajadores, mientras dos trabajadores de la CFE exhiben un enorme cartel: ''¡No están solos! Los compañeros de base del SUTERM no apoyamos la privatización''.

''Independencia, Revolución, Soberanía, son conceptos que están a la baja en su mercado de valores'', cierra Ramón y los electricistas comienzan a saltar... ''¡aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, que el pinche gobierno se tiene que morir!'', y este es el único momento en el que la rabia se vuelve relajo.

José Antonio Almazán toma la palabra, entre otras cosas dice algo que habrá de repetirse a lo largo de la discusión: ''que los medios digan la verdad''. En este punto, a las televisoras les toca la peor parte, y tanto él como Rosendo y Ramón advierten que desde los despachos gubernamentales ''se orquesta la campaña para desprestigiarnos... Pero ni así nos vencerán''.

''¡SME, Unido, jamás será vencido!'', insiste el gentío, con la certeza de que en ésta disputa se juega la sobrevivencia de su organización.

A lo largo de la jornada, los electricistas piden cuentas del dinero obtenido en las privatizaciones: ''¿Qué hicieron con él?'', pregunta el orador en turno y el auditorio exclama: ''¡se lo robaron!''

Se esparce la sensación de que el plan de acción diseñado por el Comité Central, mismo que terminan aceptando, no es suficiente, aunque sí representa un buen comienzo. Ya entrada la noche, los miles de electricistas que llenaron calles y auditorio se dispersan por la ciudad. Saben que están a punto de dar no sólo la más importante sino quizá la última de sus batallas.

http://www.jornada.unam.mx/1999/02/12/prometen.html