Sindicato Mexicano de Electricistas
Una destructiva ola privatizadora recorre el planeta. Originada en los grandes centros imperiales y al servicio de un puñado de grandes multinacionales, el paradigma de la privatización se intenta presentar e imponer como la única alternativa posible para el desarrollo económico social y cultural de las naciones del mundo. Desde los epicentros de poder mundial, a través de sus agencias internacionales y sus agentes estatales nacionales, presidentes, ministros y secretarios de Estado, el dogma privatizador busca imponerse sobre pueblos y naciones. Criticando de dogmáticos e ignorantes a aquellos que defienden patria, nación y soberanía y argumentando que dichos conceptos constituyen reliquias del pasado, los teóricos de la privatización pregonan que la única salida es la integración a la llamada globalización, que no es otra cosa más que el proceso salvaje de reestructuración del capital a nivel mundial.
Pero la realidad es más terca que una mala teoría y los saldos de la globalización y su ola privatizadora están hoy a la vista de todos y en cada uno de los rincones del planeta donde este nuevo jinete apocalíptico ha hecho acto de presencia: hambre, desempleo, crecientes niveles de insalubridad, aparición de enfermedades que habían sido erradicadas, pérdida de niveles de vida resultado de décadas de lucha, cerrazón al acceso a la educación, millones de familias sin tierra y sin techo; guerra y violencia en contra de pueblos y naciones. En resumen, millones de seres humanos condenados a vivir un infierno, sin esperanza y futuro. Todos, sacrificados en el altar de los nuevos amos del planeta: las grandes corporaciones financieras internacionales, el supra estado multinacional que han venido conformando y su nueva ideología: el neoliberalismo y el libre mercado.
Las inconsistencias del modelo privatizador
Como alguno de los principales teóricos de la privatización eléctrica lo ha planteado, la electricidad es hoy una "necesidad crítica" pues, " Las fuentes económicas y confiables de electricidad hacen posibles muchas de las mercancías y de los servicios que asociarnos a la vida moderna y que han jugado un papel importante en el desarrollo económico del siglo 20. Desde la luz eléctrica, los motores eléctricos, y los hornos de microondas, hasta la televisión, los teléfonos, y las computadoras, la electricidad es una necesidad crítica que apoya una amplia gama de actividades de consumo, transporte y producción". De acuerdo con Paul Joskow, los sectores eléctricos alrededor del mundo representan aproximadamente $1 billón de dólares en venta anual y aproximadamente $200 mil millones de dólares en inversión anual. Sin embargo, más allá de estos datos económicos que dan muestra clara del "nicho" de ganancia que la industria eléctrica representa para el capital multinacional, la electricidad constituye un servicio público esencial para el bienestar del individuo y la sociedad.
Desde el ángulo de los teóricos de la privatización son dos los elementos centrales que cuestionan la naturaleza clásica de la industria eléctrica a nivel mundial: por un lado señalan que ésta ha dejado de ser un "monopolio natural", y por otro, se argumenta la ineficiencia de la empresa pública eléctrica en la prestación de este servicio. Como lo señala Paul Joskow, durante casi un siglo el sector eléctrico fue concebido "como una industria de monopolio natural donde la producción eficaz de la electricidad requirió de la confianza en proveedores monopólicos públicos ó privados sujetos a la reglamentación gubernamental de precios, insumos, inversiones, calidad del servicio y otros aspectos de comportamiento". Desde hace más de una década el carácter de monopolio natural de la industria eléctrica ha sido severamente cuestionado por las agencias financieras de los centros imperiales (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) que han diseñado cambios tendientes a introducir la competencia en el segmento de la generación eléctrica y a "reformar la reglamentación de, las funciones de la transmisión y distribución que continúan siendo vistas como monopolios naturales a los que se exige acceso no discriminativo para apoyar la competencia en el segmento de generación."
Este modelo de libre competencia que busca implementarse en la industria eléctrica a nivel mundial, parte de considerar a las empresas públicas de los países en desarrollo como ineficientes, con costos altos y baja confiabilidad en el suministro de la energía eléctrica. Sin embargo, aún cuando dentro de la propia lógica del pensamiento neoliberal privatizador, el propio Joskow "evita cualquier difamación de las compañías propiedad del estado o cualquier santificación de la ola de liberalización", la principal limitación del esquema teórico de la privatización en la industria eléctrica consiste en ignorar las circunstancias y las necesidades que dieron origen a las empresas públicas eléctricas, así como el papel fundamental que jugaron en el proceso de acumulación de capital del modelo de libre competencia capitalista.
Como diversas investigaciones históricas y sociológicas lo demuestran, las empresas públicas eléctricas surgieron ante la incapacidad del capital privado para satisfacer los requerimientos y las necesidades de desarrollo económico social en los países atrasados y dependientes, así como para resolver las necesidades que la propia lógica de acumulación de capital imponía frente a la crisis del modelo exportador de libre mercado.
Como bien lo precisa James Petras, "Las empresas públicas fueron elementos esenciales para el crecimiento de la industria privada". Agregando: "Las fortunas que se amasaron vía promoción estatal de actividades productivas fueron la base para el modelo exportador y empresas conjuntas que realizan muchos de los grandes empresarios neoliberales actuales. Sin el gran empujón del sector público, para establecer infraestructura básica e industria, y sin el financiamiento del estado, es difícil imaginar dónde estaría el libre mercado en este momento." "En resumen, -nos dice James Petras- las empresas de propiedad pública surgieron, y en ocasiones reemplazaron la actividad privada, debido a causas pragmáticas, más que ideológicas, Simplemente fue una forma más eficiente de diversificar la economía, estimulando la recuperación económica, movilizando la capacidad ociosa que había generado el fracaso del modelo de mercado exportador anterior."
El dogmatismo de los ejecutores de la privatización
A estas inconsistencias del modelo teórico de la privatización se le agrega la arrogancia y el dogmatismo de los ejecutores de este modelo privatizador. Haciendo una deliberada mala lectura de los textos teóricos de la privatización; despreciando la opinión de los técnicos, de los trabajadores electricistas y de la sociedad en su conjunto, los ejecutores de la privatización aplican a rajatabla modelos de privatización que ni siquiera en sus países de origen han dado resultado.
El mismo Joskow en su ensayo "Sectores eléctricos en transición" y asesores en la privatización eléctrica como Sally Hunt y Graham Shuttleworth en su libro "Competencia y elección en electricidad" establecen claramente que el proceso de reestructuración y desregulación en la industria eléctrica y su eventual privatización requiere para su aplicación partir de un diagnóstico previo del sector eléctrico o empresa eléctrica susceptible de ser reestructurado y/o privatizado.
De manera más específica cuando, por ejemplo, Joskow plantea las "reglas comunes que deben guiar la dirección de la reforma del sector eléctrico" a continuación es lo suficientemente claro para señalar que "...esta "regla normal" variará de país en país dependiendo de los atributos de la estructura y el rendimiento del sistema existente, el tamaño del sector de energía eléctrica, de la madurez de las instituciones comerciales del mercado, del estado del sistema legal que gobierna el contrato y su entrada en vigor, de la extensión de la red de transmisión y sus imposiciones de operación asociadas, y de imposiciones políticas que gobiernan la reasignación de costos y beneficios entre los grupos de interés asociados con la reestructuración."
En el caso de México el dogmatismo, autoritarismo y compromisos externos que atan al Ejecutivo Federal con el Banco Mundial lo ha llevado a plantear un modelo de reestructuración y privatización del sector eléctrico carente de ese diagnóstico y copia fiel del modelo inglés; y como veremos más adelante, en el curso mismo de este Seminario Internacional, las experiencias de reestructuración y privatización han conducido a situaciones negativas en Inglaterra y desastrosas en el caso de Chile y Argentina, por citar solo algunos ejemplos.
La privatización de las empresas públicas eléctricas una necesidad del desarrollo del capitalismo neoliberal.
Sin embargo, más allá de las inconsistencias teóricas y el dogmatismo en la aplicación del modelo privatizador, lo cierto es que la lógica de la privatización eléctrica no responde a necesidades reales de las empresas eléctricas públicas locales. Obedece a las necesidades de los centros imperiales, las grandes corporaciones multinacionales y sus agencias ejecutivas como son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
De acuerdo con el mapamundi de las Multinacionales eléctricas elaborado por
Este puñado de multinacionales eléctricas se apoderó del mercado eléctrico de Europa del Este a la caída del bloque socialista de
El interés de este selecto grupo de multinacionales eléctricas no está centrado en resolver los problemas de desarrollo económico y social de los países atrasados y dependientes a partir del desarrollo de sectores eléctricos planeados y eficientes, sino en controlar un mercado eléctrico mundial cuyas ventas ascendieron a un billón de dólares en 1998.
El mapamundi eléctrico y sus contradicciones
Conforme a una reciente encuesta que el Banco Mundial aplicó en 115 países para supervisar el desarrollo del proceso de privatización, los datos que arroja nos muestra un panorama contradictorio y desigual.
Destaca en primer lugar que 42 países (que representan el 36.5% del total) no han dado un solo paso en el proceso de privatización. Un 44% ha, iniciado el proceso de privatización mediante su corporatización y comercialización. Un 2,9% ha implementado la regulación de sus sistemas. Un 33 % ha establecido leyes que permiten la participación del capital privado. Un 35% ha iniciado un proceso de reestructuración en las empresas eléctricas. Un 40% ha abierto el sector eléctrico concesionándolo a la inversión privada y solo un 25 % ha completado el proceso de privatización eléctrica mediante la venta total de los activos existentes.
Los resultados por continente de la encuesta aplicada por el Banco Mundial nos muestra que en el caso de América Latina el proceso privatizador ha avanzado más rápidamente que en otras partes del mundo (71%): en el Sudeste Asiático un 50%, en Europa y Asia Central un 45%, en el Este de Asia y el Pacífico, un 4 1 %, en el Medio Este y Norte de, Africa un 17% y en SubSahara Africa, la tendencia apenas alcanza un 15%.
Este proceso desigual no es fortuito. Respondiendo a la lógica del capital, las presiones privatizadoras se expresan de manera acentuada en el caso de América Latina, en tanto mercado emergente, y en menor medida en Africa en virtud de su baja tasa de crecimiento de la demanda eléctrica efectiva.
Caso aparte es el continente Europeo. Cuna del neoliberalismo y de los paradigmas privatizadores, los Estados Nación europeos se cuidan bastante de no aplicar en sus países las recomendaciones que publicitan a escala planetaria: de tal manera que estos Estados siguen manteniendo un alto nivel de gasto público (50%) y el control de áreas estratégicas, que como la electricidad, son vitales en sus proyectos de expansión imperial a nivel mundial.
Sin embargo, el aspecto más relevante de esta encuesta elaborada por el Banco Mundial consiste en reconocer que el proceso de privatización no es un hecho consumado y mucho menos inevitable. Atrás de los datos manejados por el Banco Mundial, que muestran una tendencia desigual y contradictoria en el proceso de privatización eléctrica, se encuentra una férrea lucha de resistencia de pueblos, naciones, sindicatos, grupos sociales y ciudadanos frente a. los proyectos imperiales, convencidos de que el servicio público de energía eléctrica es un bien esencial para el bienestar individual y el desarrollo económico y social y no una simple mercancía.
Hacia un nuevo modelo de empresa pública.
El rechazo a la ola destructiva privatizadora no implica el regreso a la vieja empresa pública. La defensa de la propiedad nacional en la industria eléctrica no significa la defensa de la vieja empresa eléctrica pública con sus vicios de corrupción, ineficiencia, burocratismo y subsidiadora de la. acumulación de capital, etc., Las experiencias de resistencia frente a las tendencias mundiales de la privatización eléctrica nos muestra igualmente que se abre paso un nuevo modelo de empresa eléctrica pública, algunos de cuyos atributos, expuestos de manera resumida, pueden ser los siguientes:
- Democratizando la empresa pública
A través de consejos consultivos en el que participen representantes de los usuarios, de los trabajadores electricistas, de las organizaciones locales y regionales, del Estado y de las empresas, Estas comisiones o consejos consultivos tendrían carácter regional, estatal y nacional y estarían encargadas de dar opiniones sobre la regulación del sistema en particular sobre el monto y destino de las inversiones, las tarifas, el empleo, la inserción en el tejido local, el respeto del medio ambiente, la calidad del servicio, etc. El objetivo central de este proceso de democratización de la empresa eléctrica pública sería entregar a la colectividad el poder de decisión e impedir transferencias financieras de los pequeños usuarios hacia los grandes consumidores por el intermedio de tarifas.
- Manteniendo y profundizando su carácter social, reconociendo el servicio público de energía eléctrica como un bien esencial para el bienestar social e individual, por ejemplo:
A través de tarifas eléctricas gratuitas hasta cierto nivel de consumo
Mediante tarifas eléctricas subsidiadas hasta cierto nivel de consumo
- Modernizándolas y elevando la calidad del servicio, para convertirlas en palancas firmes de un desarrollo nacional independiente y soberano, en el marco de un plan nacional energético.
- Garantizando su autonomía de gestión, para impedir que su administración quede sujeto a las decisiones políticas coyunturales, sexenales, presupuestales o de grupo.
- Finalmente, el carácter de necesidad crítica que se reconoce a la electricidad, en tanto un bien básico, indispensable y fundamental para el bienestar del individuo y la sociedad, nos lleva a reflexionar y "exigir el reconocimiento del carácter esencial de esta riqueza, para establecer un verdadero derecho a la energía que sería incorporada a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los Pueblos."
"Por el derecho y la justicia del trabajador"
México, D.F. septiembre de 1999
Presentado durante el Seminario Internacional
Impactos de
Estado, Desarrollo y Soberanía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario